10.8.13

Diario de actor 2



Uno llega a los ensayos con el cuerpo y la voz que la vida le fue permitiendo tener. Con la imagen que, hasta el momento, el proceso de experiencias familiares, sociales, amorosas, laborales, sexuales, médicas, evolutivas, etc.  nos hizo ver y darnos.
Ya ensayando, nos puede pasar, como me ocurre, que  la mirada de la dirección vea en nuestro cuerpo otra imagen posible que, lejos de ser un matiz, proponga un replanteo dinámico y subjetivo. Es una mirada desafectada de los condicionamientos con los que nos configuramos, que  encuentra allí, donde siempre miramos, otra posibilidad de imagen que le propone a nuestro cuerpo ser a la vez más nuestro y del personaje.

Como una buena nueva, como la adivinación de algo inconfesable, como la confirmación de una hipótesis subversiva e indemostrable, la imagen propuesta parecería tener ya más derecho de ser, que la nuestra tal como la venimos llevando. Percibimos, ya sintiendo una convulsión  general inevitable, que allí puede haber una mayor comodidad, el fin de una resistencia y un pudor, el comienzo de una actuación más honesta.
Ya no hay retorno: ese personaje y el director comienzan a pedirle a ese cuerpo que funcione como si hubiera tenido experiencias que no tuvo,  que se viva de otra manera. "Más hombre", "más grave", "más panzón", "más simple", " más violento", “más lento”. Demandas de potencia a la latencia desenmascarada.

El ensayo se convirtió en el tiempo y espacio concreto que se dispone en la vida de esta persona/ actor para tener esa experiencia faltante, resistida, contenida, desconocida,  secretamente deseada, o vaya uno a saber, que lo va a modificar al punto de que el propio cuerpo ya no volverá a ser llevado de la misma manera. Una experiencia por la que sufre la distancia inexpugnable entre el entender y ser, la angustiosa intemperie de ya estar afuera de lo que cuestionamos  y peleando para entrar donde nos prometimos llegar; pero que luego, con la llegada de un repentino placer desconocido,  nos hará tener más ganas estar con el cuerpo en el ensayo que en la vida. Allí se estarán habilitando permisos en la manera de sentirse que no son los que hicieron que la vida sea como fue  hasta allí. Comenzamos  entonces a  probar, parcial y secretamente en la vida misma, las modificaciones de un cuerpo que prepara su nueva imagen de si para lo que será el estreno. Estrenará un actor que se ha convertido en otro para hacer de otro.
No se me ocurre nada mejor para pedirle a esta actividad.